Antes de comenzar a organizar los cables, es recomendable planificar y trazar un diseño básico. Esto implica identificar la ubicación de los dispositivos de red, los puntos de conexión y los caminos más convenientes para los cables. Tener un diseño previo te ayudará a optimizar la distribución y a minimizar la interferencia entre los cables.

Evita el uso de cables demasiado largos, ya que pueden generar enredos y ocupar un espacio innecesario. Por otro lado, cables demasiado cortos pueden dificultar la conexión adecuada de los dispositivos. Utiliza cables de la longitud adecuada para evitar el exceso de cables y mantener una apariencia ordenada.

Para facilitar la identificación y el mantenimiento posterior, es recomendable etiquetar los cables de red. Puedes utilizar etiquetas adhesivas, etiquetas de colores o cualquier otro método que te permita identificar fácilmente los cables y su función.

Agrupa los cables según su función o destino. Puedes utilizar bridas de plástico, sujetacables o canaletas para mantener los cables juntos y evitar que se enreden. Agrupar los cables también facilita la identificación y el seguimiento de cada uno.

Las canaletas o bandejas de cableado son elementos muy útiles para mantener los cables organizados y fuera del alcance de personas o elementos que puedan dañarlos. Estos accesorios permiten ocultar los cables y mantenerlos protegidos, además de facilitar el enrutamiento adecuado.

Es importante mantener una separación adecuada entre los cables para evitar interferencias y garantizar un buen flujo de aire. Evita colocar los cables en contacto directo unos con otros y mantén cierta distancia para prevenir problemas de rendimiento.

El ordenamiento de cables es un proceso continuo. Es recomendable revisar y reorganizar periódicamente los cables para asegurarte de que sigan en buen estado, evitar enredos y corregir cualquier desorden que pueda surgir con el tiempo.